10 octubre 2013

Una temporada para silbar, de Ivan Doig

No cocina, pero tampoco muerde”. Así comienza el anuncio en el que Rose Llewellyn, una viuda de “buenas costumbres y disposición excepcional”, se ofrece en el otoño de 1909 como ama de llaves; la frase capta de inmediato la atención de Oliver Milliron, un viudo con tres hijos y poca maña en las tareas domésticas, que la contrata para poner un poco de orden en su casa de Marias Coulee, Montana.

Un viaje a la vida cotidiana de la América más profunda, a través de las peripecias de una familia de Montana de principios del siglo XX. Una historia bien narrada, amable y divertida. 

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