
Rachel sumida en el alcoholismo y la depresión desde su divorcio cree haber visto un asesinato a través de la ventana del tren en el que viaja cada día.
Una historia bien estructurada a través de los puntos de vista de tres de los personajes principales, con un ritmo que se acelera conforme se avanza en una lectura que, en momentos, es demasiado absorbente y llena de angustia y tensión. La pega que le veo, un final bastante previsible.