Un relato impresionante, en absoluto
alegre , más bien angustioso, sin embargo compensa su lectura por las descripciones de los
paisajes, de los personajes, de las situaciones, etc. Todo ello utilizando un vocabulario especialmente rico en términos
mas propios de la trashumancia y de los pastores.
Nos encontramos ante un chico, casi un
niño agazapado en un encinar, semienterrado, mientras una partida compuesta por
el alguacil, el maestro y otros hombres de la aldea le buscan.
Se ha escapado de la casa de su padre y su
empeño es no ser encontrado por la cuadrilla dirigida por el aguacil que le
inspira un terror especial, miedo superior al posible castigo que le pueda
impartir su padre.
Poco después se acerca a un cabrero, un
pastor viejo, artrítico y solitario, quien sin ninguna muestra de cariño lo
acoge durante unos días y le defiende casi con su vida. Su huida se ve aderezada
por la iniciación al pastoreo, búsqueda de agua y pastos, ordeño, caza menor
para subsistencia. El alguacil va cerrando el cerco tras el
chico en este paisaje seco y polvoriento hasta que se desencadena el final.
El espacio en el que se desarrolla toda la narración puede ser fácilmente identificable con la España central y posiblemente a mediados del siglo XX, a pesar de que no hay ninguna referencia temporal ni espacial .
Lectura muy recomendable.
Blanca
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